miércoles, 9 de septiembre de 2009

Interiorización del salmo 120

Levanto mis ojos al monte
¡está tan alta la cima!
avanzo destrozando mis rodillas,
resbalando hacia abajo,
y me pregunto:
¿de dónde me vendrá el auxilio
si no es de Ti, mi Señor?
Tú, mi Señor, que no duermes.
Tú, mi guardián fidelísimo,
siempre vas a mi derecha
para que nada me dañe.
Siempre me cobijo a tu sombra,
de noche como de día,
porque nunca me abandonas.
Como a una niña me cuidas.
Anawin de Jesús

No hay comentarios.:

Publicar un comentario