domingo, 26 de mayo de 2013

Glosa sobre los diez mandamientos

1. Amarás a Dios. Lo amarás sin retóricas, como a tu padre, como a tu amigo. No tengas nunca una fe que no se traduzca en Amor. Recuerda siempre que tu Dos no es una entelequia, un abstracto, la conclusión de un silogismo, sino Alguien que te ama y a quien debes amar. Sabe que un Dios a quien no se puede amar no merece existir. Lo amarás como tú sabes: pobremente. Y te sentirás feliz de tener un solo corazón, y de amar con el mismo a Dios, a tus hermanos, a Mozart y a tu gata. Y, al mismo tiempo que amas a Dios huye de todos esos ídolos que nunca te amarán, pero podrán dominarte: el poder, el confort, el dinero, el sentimentalismo, la violencia...



2. No usarás en vano las grandes palabras: Dios, Patria, Amor. Tocarás esas grandes realidades de año en año y con respeto, como la campara gorda de una catedral. No la uses jamás contra nadie, jamás para sacar jugo de ellas, jamás para tu propia conveniencia. Piensa que utilizarlas como escudo para defenderte, o como jabalina para atacar, es un de las formas más crueles de la blasfemia.

3. Santificar las fiestas: Piensa siempre que el domingo está muy bien inventado, que tú no eres un animal de carga creado para sudar y morir. Impón a ese maldito exceso de trabajo que te acosa y te asedia, algunas pausas de silencio para encontrarte con la soledad, con la música, con la Naturaleza, con tu propia alma, con Dios en definitiva. Ya sabes que en tu alma hay flores que sólo crecen con el trabajo. Pero sabes también que hay otras que sólo viven en el ocio profundo.


4. Recuerda siempre que lo mejor de ti lo heredaste de tu padre y de tu madre. Y, puesto que no tienes ya la dicha de poder demostrarles tu Amor en este mundo, déjales que sigan engendrándote a través del recuerdo. Tú sabes muy bien, que todos tus esfuerzos personales jamás serán capaces de construir el 
Amor y la ternura que te regaló tu madre, y la honradez y el Amor al trabajo que te enseñó tu padre.



5. No olvides que naciste carnívoro y agresivo y que, por tanto, te es más fácil matar que amar. Vive despierto para no hacer daño a nadie, ni a las personas, ni animal, ni a cosa alguna. Sabes que se puede matar hasta con negar una sonrisa, y que tendrás que dedicarte apasionadamente a ayudar a los demás para estar seguro de no haber matado a nadie.

6. No cometer actos impuros: No aceptes nunca esa idea de que la vida es una película del Oeste en la que el alma sería el bueno y el cuerpo el malo. Tu cuerpo es tan limpio como tu alma, y necesita tanta limpieza como ella. No temas, pues, a la amistad, ni tampoco al Amor: ríndeles culto precisamente porque les valoras. Pero no caigas nunca en esa gran trampa de creer que el Amor es recolectar placer para ti mismo, cuando es transmitir alegría a los demás.



7. No robarás a nadie su derecho a ser libre. Tampoco permitirás que nadie te robe a ti la libertad y la alegría. Recuerda que te dieron el alma para repartirla, y que roba todo aquel que no la reparte, lo mismo que se estancan y se pudren los ríos que no corren.




8. No levantar falsos testimonios: Recuerda que, de todas tus armas, la más peligrosa es la lengua. Rinde culto a la verdad, pero no olvides dos cosas: que jamás acabarás de encontrarla completa, y que en ningún caso debes imponerla a los demás.

9. No desearás la mujer de tu prójimo, ni su casa, ni su coche, ni su video, ni su sueldo. No dejes nunca que tu corazón se convierta en un cementerio de chatarra, en un cementerio de deseos estúpidos.

10. No codiciarás los bienes ajenos ni tampoco los propios. Sólo de una cosa puedes ser avaro: de tu tiempo, de llenar de vida los años pocos o muchos que te fueron concedidos. Recuerda que sólo quienes no desean nada lo poseen todo. Y sábete que, ocurra lo que ocurra, nunca te faltarán los bienes fundamentales: el Amor de tu Padre que está en los cielos, y la fraternidad de tus hermanos, que están en la tierra.



José Luis Martín Descalzo
Tomado de "Razones para la esperanza"





martes, 21 de mayo de 2013

SE LLAMA JESÚS


QUIERO QUE TROPECÉIS CON ÉL COMO SE TROPIEZA CON LA PUERTA DE CASA


Dios ha venido a casa, desdiciéndose de su gloria.
Ha pedido permiso
al vientre de una niña sacudido por un decreto del César,
y se ha hecho uno de nosotros:
un palestino de tantos en su calle sin número,
semiartesano de toscos quehaceres,
que ve pasar los romanos y los vencejos,
que muere, después, de mala muerte matada,
fuera de la Ciudad.

Ya sé
que hace mucho 
que lo sabéis,
que os lo dicen, 
que lo sabéis fríamente
porque os lo han contado con palabras frías...

Yo quiero que lo sepáis
de golpe,
hoy, quizás
por primera vez,
absortos, desconcertados, libres de todo mito,
libres de tantas mezquinas libertades.

Quiero que os lo diga el Espíritu
¡Como un hachazo en tronco vivo!
Quiero que Lo sintáis como una oleada de sangre en el corazón de la rutina,
en medio de esta carrera de ruedas entrechocadas.

Quiero que tropecéis con Él como se tropieza con la puerta de Casa,
retornados de la guerra, bajo la mirada y el beso impaciente del Padre.

Quiero que lo gritéis
como un alarido de victoria por la guerra perdida,
o como el alumbramiento sangrante de la esperanza
en el lecho de vuestro tedio, noche adentro, apagada toda ciencia.

Quiero que lo encontréis, en un total abrazo,
Compañero, Amor, Respuesta.

Podréis dudar de que haya venido a casa,
si esperáis que os muestre la patente de los prodigios,
si queréis que os sancione la desidia de la vida.
Pero no podéis negar que se llama Jesús, con patente de pobre.

Y no podéis negarme que Lo estáis esperando
con la loca carencia de vuestra vida repudiada
como se espera el aliento para salir de la asfixia
cuando ya la muerte se enroscaba al cuello,
como una serpiente de preguntas.

Se llama Jesús.

Se llama como nos llamaríamos
si fuéramos, de verdad, nosotros.

Pedro Casaldáliga, a la juventud involucrada en los desafíos de la JMJ 
Fuente: Religión Digital


viernes, 10 de mayo de 2013

MÁXIMAS ESPIRITUALES,

Todo le resulta posible a aquel que cree, y más aún a aquel que espera, y más aún a aquel que ama, y más aún al que en estas tres virtudes persevera. Todos aquellos que está bautizados, y que crecen como es menester, han dado ya el primera paso en el camino e perfección, y se irán perfeccionando mientras perseveren en la práctica de las máximas siguientes:

1. Considerar siempre a Dios y su gloria en todo cuánto hagamos, digamos y emprendamos; que el fin que pretendemos sea ser los más perfectos adoradores de Dios en esta vida, lo mismo que esperamos serlo toda la duración de la eternidad; tomar la firme resolución de superar, con la gracia de Dios todas las dificultades que se encuentran en la vida espiritual.

2. Cuando emprendemos la vida espiritual, hay que considerar a fondo quién somos, y nos encontramos dignos de todo desprecio, indignos del nombre de cristianos, sujetos a toda clase de miserias y a una infinidad de accidentes que nos turban y nos hacen inestables en nuestra salud y nuestros humores, en nuestra disposición interior y exterior, en una palabra, persona a quienes Dios quiere humillar con una infinidad de penas y trabajos, tanto en lo interior como en lo exterior.

3. Hay que creer sin duda que nos resulta ventajoso y agradable a Dios el sacrificarnos a Él, que es habitual en su divina Providencia al abandonarnos a toda clase de estados, sufriendo toda clase de penas, miserias y tentaciones por amor a Dios, tanto tiempo como le plazca, puesto que, sin esa sumisión de corazón y mente a la voluntad de Dios, la devoción y la perfección no pueden subsistir.

4. Un alma es tanto más dependiente de la gracia cuanto a más alta perfección aspira, y la ayuda de Dios le es tanto más necesaria a cada momento cuanto que sin ella nada puede; mundo, naturaleza y demonio le hacen todos a una la guerra de modo tan intenso y continuado que, sin aquel socorro actual y aquella humilde necesaria dependencia, la arrastrarían a su pesar; eso a la naturaleza le parece duro, pero en ello la gracia reposa y se complace."




FRAY LORENZO DE LA RESURRECCIÓN, OCD

Queremos presentar a partir de ahora, una figura entrañable del Carmelo Descalzo, una figura silenciosa, casi desconocida, pero que pensamos tiene mucho que aportar, para todos aquellos hombre y mujeres que buscan a Dios en el camino de la contemplación:
Nicolás Herman, nacido en 1614 en Herimenil, Francia, sintió a temprana edad la grandeza de la presencia de Dios. Sin embargo, elegiría el camino de las armas antes de entrar en una orden religiosa, la de los Carmelitas descalzos en París, a la edad de 26 años, convirtiéndose en el Hermano Lorenzo de la Resurrección. Después de 15 años sirviendo como cocinero, una dolorosa enfermedad le relegó a la tarea de hacer sandalias.
A pesar de su humildad, su influencia espiritual entre gentes de toda condición no hizo sino crecer. Su permanente conexión con el Creador no le evitó muchos años de fuertes conflictos internos espirituales que sólo se aliviaron cuando aceptó que esta tormentosa situación, y la sensación de no estar totalmente entregado al Señor, le acompañarían siempre. Entonces su alma experimentó una profunda paz interior.

Los largos años de dolores físicos, producidos por la ciática, culminaron en un sincero deseo de recibir la misericordiosa gracia de reunirse con Dios, el cuál fue concedido en 1691, a la edad de 77 años.

sábado, 4 de mayo de 2013

Quiero estar contigo, Señor

QUIERO ESTAR CONTIGO, SEÑOR

Cerca para no perderte, y no perdiéndome de Ti,
no olvidar a los que, día a día, me rodean.
Que tu Palabra, Señor, sea la que me empuje
a no olvidarte, y no olvidándote,
dar razón de tu presencia aquí y ahora.

QUIERO ESTAR CONTIGO, SEÑOR



Y, a pesar del vacío que existe en el mundo
intentar llenarlo con mi débil esfuerzo
con mis frágiles palabras
con mi alegría fruto de mi encuentro contigo.
Ayúdame, Señor, a guardar tu Palabra
A llevarla cosida a mis pensamientos
a practicarla en las pequeñas obras de cada día
A demostrarme a mi mismo
que, cumpliendo tus deseos
y guardando tus promesas

es como podré alcanzar la vida eterna.

QUIERO ESTAR CONTIGO, SEÑOR


En las horas de luz, cuando a las claras te veo
y en las noches oscuras, al sentir que te pierdo
En las pruebas amargas, cuando eres mi bálsamo
Y en los instantes de soledad cuando avanzo sólo
Aquí me tienes, Señor, torpe y débil
pero recordando que, cumplir y amar tu Palabra, 
es la mejor autopista para llegarme hasta en cielo.
Amén

Padre Javier Leoz