jueves, 7 de marzo de 2013

Dame de Beber

Yo también, infeliz Samaritana,
le hallé en el pozo de Jacob un día,
y el agua que con ansias me pedía
muerto de sed, se la negué inhumana.

Aún fue mas ruin mi proceder liviano,
pues yo sin saber lo que me hacía,
rechacé la que Él mismo me ofrecía,
en el hueco amoroso de su mano.

Ni una gota te di, ni yo tampoco
calmar pude, oh Jesús, mi sed interna.


Ah, dame de beber que he sido un loco,
y aunque es mi corazón seca cisterna,
mana el Tuyo un raudal que poco a poco
me da por cinco fuentes vida eterna.

Padre Abraham Gil, S.J.



lunes, 4 de marzo de 2013

Dios

En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:

- Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntad es mi ley, y te obedeceré por siempre jamás.

Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca.

Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:
- Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy.

Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo.

Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:
- Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti heredaré tu Reino.

Pero Dios no me contestó, pasó de largo como la niebla que tiene un velo sobre las distantes montañas.

Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:
- ¡Dios mío! mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en en cielo; juntos creceremos ante la faz del sol.

Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo que corre hasta él, Dios me abrazó.

Y cuando bajé a las planicies y a los valles, vi que Dios también estaba allí.



Khalil Gibrán