Es hora de salir al balcón de la vida, mirar el horizonte, despertar al alba y sentirse llen@s de alegría. Es hora de asomarse al infinito, de anunciar y cantar, trabajar y proclamar que es posible un mundo nuevo y distinto. Es hora de entrar en la noche sin miedo y ser sus testigos; descubrir su presencia entre nosotr@s fortaleciendo nuestras esperanzas y anhelos. Es hora de romper los esquemas de siempre; de escuchar las palabras del silencio; gustar su presencia callada, confesar la vida, andar por los desiertos y abrir nuevas sendas por donde pueda llegar el Reino. Es hora de iniciar caminos nuevos, arriesgarlo todo, apostar por Dios y su Reino.
Es hora de la Pascua, de Resurrección, de brindar por la Vida Plena que el Señor nos sigue trayendo, para ensanchar nuestro corazón y hacerlo más sensible y más fraterno. AMÉN
Monjas benedictinas de Monserrat
lunes, 25 de abril de 2011
domingo, 24 de abril de 2011
martes, 12 de abril de 2011
EL ALZACUELLOS Y LA CORBATA (Excelente nota del Padre Fortea)
Si hacemos del sacerdote un hombre como los demás, que viste como los demás, que lleva una vida como la de los demás, que deja de ser un hombre consagrado, un hombre de oración dedicado enteramente al Misterio de Dios y a predicar ese Misterio a sus hermanos, para ser un asalariado en un trabajo civil que dedica algo de su tiempo libre a la parroquia. Entonces tendremos no sacerdotes, sino animadores de la comunidad.
Con ocasión del comunicado de los 144 teólogos alemanes me gustaría decir alguna cosa.
Algunos sacerdotes pueden preguntarse que para qué vestirse de sacerdotes, que qué sentido tiene eso. Y decidir que se vestirán como el resto de la gente.
Esos sacerdotes pueden preguntarse, ¿y por qué no nos vamos a poder casar? Casémonos como el resto de la población. Y se casarán. Esos sacerdotes después dirían con toda razón: tengo una familia, tengo que ganar un sueldo de la misma. Y ganarán un sueldo de la misma cuantía que cualquier trabajador.
Después dirán: Señor obispo, si de mí solo dependiera, le obedecería. Pero cuando me envía a otro lugar, tengo que pensar también en mi mujer y mis hijos. No me puedo trasladar contra la voluntad de los míos.
Después dirán: De verdad que no puedo seguir con el tiempo que antes dedicaba a la oración. Ya me gustaría quedarme en la iglesia horas enteras, pero está el trabajo en la parroquia, debo ayudar a mi esposa, debo estar con mis hijos. Del breviario ya ni le hablo.
Mire, me gustaría dedicarme sólo a la Iglesia. Pero tengo que trabajar para traer algo más de dinero a mi casa. Así que doy un gran ejemplo de buen sacerdote ganándome mi propio sustento. No se me caen los anillos por eso.
Si hacemos del sacerdote un hombre como los demás, que viste como los demás, que lleva una vida como la de los demás, que deja de ser un hombre consagrado, un hombre de oración dedicado enteramente al Misterio de Dios y a predicar ese Misterio a sus hermanos, para ser un asalariado en un trabajo civil que dedica algo de su tiempo libre a la parroquia. Entonces tendremos no sacerdotes, sino animadores de la comunidad.
El Reino de Dios ya no tendría apóstoles consagrados, sino hombres comunes que dedican ratos libres a las cosas de Dios y de la comunidad.
∞∞∞∞
Cuando ensalzamos el proceso a través del cual el Espíritu Santo ha hecho evolucionar el sacerdocio en su Iglesia, siempre hay alguien que sale con lo del matrimonio de Pedro. Eso es un clásico.
El proceso ha sido llevado a través del Espíritu Santo, no ha sido obra de manos humanas solamente, de manos guiadas por criterios humanos. De ser así, yo nunca hubiera dejado de casarme. No deja de estimular mi curiosidad cómo hubiera sido la Sra. Fortea. Si me hubiera aguantado o si hubiera sido la mujer más feliz del mundo. Pero ése es otro tema.
Lo cierto es que los sacerdotes podrían casarse, podríamos volver a celebrar las misas en las casas particulares, podríamos matar un cordero tras cada misa en recuerdo de la Cena Pascual, podríamos volver a las antiguas penitencias públicas de la Iglesia primitiva, podríamos vestirnos de saco y ceniza. Incluso revivir la Fiesta de las Tiendas entre los católicos, en la que todos vivían en tiendas alrededor de Jerusalén durante unos días. Tal fiesta no afectaría para nada a la doctrina dogmática eclesial.
Se pueden hacer cientos de reformas sin afectar la doctrina eclesial, miles de reformas, cientos de miles de reformas. Pero hay que discernir qué reformas contravienen los procesos evolutivos que el Espíritu Santo ha inspirado en su Iglesia. El celibato es el modo óptimo de ejercer el sacerdocio. Si la Ley cambiará en el futuro, sólo Dios lo sabe. Pero el celibato es el modo óptimo de ejercer el sacerdocio. Eso no lo cambia la suegra de Pedro pululando por las páginas del Evangelio.
Si algún día los cánones son cambiados, yo obedeceré como todo el mundo. Y en mi interior no habrá ninguna crítica. Pero el orden eclesial es una consecuencia de la fe, un fruto del amor a la Iglesia, un elemento más del seguimiento de Cristo.
Lo único que pido a los teólogos de fin de semana es que dejen en paz a la suegra de Pedro. Ella misma está decididamente a favor del celibato. No conozco a ninguna suegra que tras cuatro o cinco años de matrimonio de su hija, no hubiera deseado que su yerno hubiera sido célibe, eremita o cartujo.
P. José Antonio Fortea, sacerdote
(uno de los mejores sacerdotes exorcistas del mundo)
Con ocasión del comunicado de los 144 teólogos alemanes me gustaría decir alguna cosa.
Algunos sacerdotes pueden preguntarse que para qué vestirse de sacerdotes, que qué sentido tiene eso. Y decidir que se vestirán como el resto de la gente.
Esos sacerdotes pueden preguntarse, ¿y por qué no nos vamos a poder casar? Casémonos como el resto de la población. Y se casarán. Esos sacerdotes después dirían con toda razón: tengo una familia, tengo que ganar un sueldo de la misma. Y ganarán un sueldo de la misma cuantía que cualquier trabajador.
Después dirán: Señor obispo, si de mí solo dependiera, le obedecería. Pero cuando me envía a otro lugar, tengo que pensar también en mi mujer y mis hijos. No me puedo trasladar contra la voluntad de los míos.
Después dirán: De verdad que no puedo seguir con el tiempo que antes dedicaba a la oración. Ya me gustaría quedarme en la iglesia horas enteras, pero está el trabajo en la parroquia, debo ayudar a mi esposa, debo estar con mis hijos. Del breviario ya ni le hablo.
Mire, me gustaría dedicarme sólo a la Iglesia. Pero tengo que trabajar para traer algo más de dinero a mi casa. Así que doy un gran ejemplo de buen sacerdote ganándome mi propio sustento. No se me caen los anillos por eso.
Si hacemos del sacerdote un hombre como los demás, que viste como los demás, que lleva una vida como la de los demás, que deja de ser un hombre consagrado, un hombre de oración dedicado enteramente al Misterio de Dios y a predicar ese Misterio a sus hermanos, para ser un asalariado en un trabajo civil que dedica algo de su tiempo libre a la parroquia. Entonces tendremos no sacerdotes, sino animadores de la comunidad.
El Reino de Dios ya no tendría apóstoles consagrados, sino hombres comunes que dedican ratos libres a las cosas de Dios y de la comunidad.
∞∞∞∞
Cuando ensalzamos el proceso a través del cual el Espíritu Santo ha hecho evolucionar el sacerdocio en su Iglesia, siempre hay alguien que sale con lo del matrimonio de Pedro. Eso es un clásico.
El proceso ha sido llevado a través del Espíritu Santo, no ha sido obra de manos humanas solamente, de manos guiadas por criterios humanos. De ser así, yo nunca hubiera dejado de casarme. No deja de estimular mi curiosidad cómo hubiera sido la Sra. Fortea. Si me hubiera aguantado o si hubiera sido la mujer más feliz del mundo. Pero ése es otro tema.
Lo cierto es que los sacerdotes podrían casarse, podríamos volver a celebrar las misas en las casas particulares, podríamos matar un cordero tras cada misa en recuerdo de la Cena Pascual, podríamos volver a las antiguas penitencias públicas de la Iglesia primitiva, podríamos vestirnos de saco y ceniza. Incluso revivir la Fiesta de las Tiendas entre los católicos, en la que todos vivían en tiendas alrededor de Jerusalén durante unos días. Tal fiesta no afectaría para nada a la doctrina dogmática eclesial.
Se pueden hacer cientos de reformas sin afectar la doctrina eclesial, miles de reformas, cientos de miles de reformas. Pero hay que discernir qué reformas contravienen los procesos evolutivos que el Espíritu Santo ha inspirado en su Iglesia. El celibato es el modo óptimo de ejercer el sacerdocio. Si la Ley cambiará en el futuro, sólo Dios lo sabe. Pero el celibato es el modo óptimo de ejercer el sacerdocio. Eso no lo cambia la suegra de Pedro pululando por las páginas del Evangelio.
Si algún día los cánones son cambiados, yo obedeceré como todo el mundo. Y en mi interior no habrá ninguna crítica. Pero el orden eclesial es una consecuencia de la fe, un fruto del amor a la Iglesia, un elemento más del seguimiento de Cristo.
Lo único que pido a los teólogos de fin de semana es que dejen en paz a la suegra de Pedro. Ella misma está decididamente a favor del celibato. No conozco a ninguna suegra que tras cuatro o cinco años de matrimonio de su hija, no hubiera deseado que su yerno hubiera sido célibe, eremita o cartujo.
P. José Antonio Fortea, sacerdote
(uno de los mejores sacerdotes exorcistas del mundo)
martes, 5 de abril de 2011
CUANDO ORAR NOS ES FÁCIL - Entrevista con el padre Ignacio Larrañaga
MADRID, lunes 4 de abril de 2011 (ZENIT.org).- El padre Ignacio Larrañaga
inició en 1974 el apostolado de los "Encuentros de experiencia de Dios",
que impartió en 33 países y 3 continentes a lo largo de unos 30 años. En
1984 fundó los Talleres de Oración y Vida, servicio eclesial aprobado por
la Santa Sede y extendido en más de 40 países.
inició en 1974 el apostolado de los "Encuentros de experiencia de Dios",
que impartió en 33 países y 3 continentes a lo largo de unos 30 años. En
1984 fundó los Talleres de Oración y Vida, servicio eclesial aprobado por
la Santa Sede y extendido en más de 40 países.
Ahora ha publicado "Dios adentro" (Libros libres), un grato manual para
aprender a orar. Con un estilo cercano y asequible, Larrañaga profundiza en
el arte de orar de un modo práctico: a través de sus páginas, el lector
camina poco a poco desde los primeros pasos hasta la contemplación, va
superando sus angustias e inundándose de paz. Con este libro, el padre
Larrañaga quiere ofrecer una ayuda eficaz a quienes quieren iniciarse en el
trato con Dios.
--Habla usted en "Dios adentro" de la "fe adulta". ¿También en la fe
existe un proceso de madurez?
--Padre Larrañaga: Claro, el de la superación de una fe demasiado racional
o centrada en la búsqueda de seguridades; una fe capaz de asumir toda clase
de riesgos y temores. Esa fe que le permitió a Abraham caminar en la
presencia del Señor, que acaba convirtiéndose en la inspiración, el centro
y el sentido de su vida.
--¿Tiene sentido una vida sin Dios?
--Padre Larrañaga: Somos pozos infinitos que infinitos finitos jamás
podrán llenar. Sólo un infinito puede saciar un pozo infinito. La cultura
moderna ha desplazado a Dios del centro de la vida, centro que lo ha
ocupado el ego. ¿Consecuencias? La insolidaridad, la moral permisiva, nada
tiene sentido, nada vale la pena, llega el nihilismo, cuya consecuencia es
un vacío infinito que amenaza asfixiar a la humanidad, y la meta es el
suicidio. Una sociedad sin Dios acaba en una sociedad contra el hombre.
--Dice usted que lo que más desconcierta al hombre es el silencio de Dios.
¿Es la oración el mejor modo de "sintonizar" con Él
--Padre Larrañaga: La oración es el modo de establecer una corriente
afectiva con un Tú, de tal manera que dos presencias previamente conocidas
y amadas se hacen mutuamente presentes y se establece aquella corriente de
dar y recibir, amar y sentirse amados en el silencio del corazón, en la fe,
en el amor.
--Vivimos en una sociedad utilitarista, ¿entra Dios en este esquema?
--Padre Larrañaga: Dios no tiene utilidad alguna, porque es gratuidad
absoluta.
--¿Se puede aprender a orar?
--Padre Larrañaga: La oración es un don de Dios, y el primer don de Dios;
pero también es un arte por tratarse de la convergencia entre la gracia y
la naturaleza. Y, como arte, está sometida a las normas de aprendizaje y
otras leyes psicológicas. Orar bien exige, pues, método y disciplina.
--¿Orar es fácil?
--Padre Larrañaga: Rezar un Padrenuestro o una Salve es fácil. Pero si se
trata de concentrar las energías mentales en un Tú, en el silencio del
corazón, en la fe, en el amor... orar no es fácil. Hay que sosegar los
nervios, soltar las tensiones, silenciar los clamores interiores y, en la
última soledad del ser, acoger el misterio infinito de Dios y... ¡adorar!
Eso no es fácil.
--"El que se siente amado por Dios no conoce el miedo", dice en "Dios
adentro". En nuestra sociedad llena de miedos, orar, ¿libera? Tratar y
experimentar a Dios, ¿puede anular definitivamente nuestros temores?
--Padre Larrañaga: Vivir en profundidad la presencia amorosa y poderosa
del Padre, experimentar su ternura en toda la densidad, vivir abandonado y
lleno de confianza en sus manos... todo eso destierra inexorablemente y
para siempre los miedos y temores del corazón. Y en su lugar sobreviene la
Paz.
--La gente se queja diciendo "rezan y no cambian"...
--Padre Larrañaga: Hay que preguntarse que si rezando son así, cómo serían
si no rezaran. La gente hace esfuerzos constantes de paciencia, pero nadie
los percibe. ¡Cuántos logros silenciosos existen sin que nadie los haya
notado! No se puede decir tan alegremente, "rezan y no cambian"...
--Cristo, ¿también revolucionó la oración?
-Padre Larrañaga: Jesús llamó a Dios "Abbá", "querido papá", y dijo "Tú,
cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está
allí a solas, contigo". Y también dijo "adoraréis al Padre no en este
monte, ni en el monte Sinaí, ni en este templo, ni en aquél, sino en
espíritu y verdad´. No cabe mayor revolución.
--¿Qué son los Talleres de Oración y Vida?
--Padre Larrañaga: Son un método de nueva evangelización en el que se
ejercita el trato de amistad con el Señor, se realiza un radical proceso de
purificación y pacificación, y se emprende el camino hacia la
santificación, imitando a Cristo.
--¿Cuáles son las claves para realizar una oración profunda y fructífera?
--Padre Larrañaga: Perseverar en la paciencia, en la fe pura y desnuda.
Permanecer a solas con atención amorosa y sosegada en Dios, en sosiego y
quietud. El resto, lo hará Dios
afectiva con un Tú, de tal manera que dos presencias previamente conocidas
y amadas se hacen mutuamente presentes y se establece aquella corriente de
dar y recibir, amar y sentirse amados en el silencio del corazón, en la fe,
en el amor.
--Vivimos en una sociedad utilitarista, ¿entra Dios en este esquema?
--Padre Larrañaga: Dios no tiene utilidad alguna, porque es gratuidad
absoluta.
--¿Se puede aprender a orar?
--Padre Larrañaga: La oración es un don de Dios, y el primer don de Dios;
pero también es un arte por tratarse de la convergencia entre la gracia y
la naturaleza. Y, como arte, está sometida a las normas de aprendizaje y
otras leyes psicológicas. Orar bien exige, pues, método y disciplina.
--¿Orar es fácil?
--Padre Larrañaga: Rezar un Padrenuestro o una Salve es fácil. Pero si se
trata de concentrar las energías mentales en un Tú, en el silencio del
corazón, en la fe, en el amor... orar no es fácil. Hay que sosegar los
nervios, soltar las tensiones, silenciar los clamores interiores y, en la
última soledad del ser, acoger el misterio infinito de Dios y... ¡adorar!
Eso no es fácil.
--"El que se siente amado por Dios no conoce el miedo", dice en "Dios
adentro". En nuestra sociedad llena de miedos, orar, ¿libera? Tratar y
experimentar a Dios, ¿puede anular definitivamente nuestros temores?
--Padre Larrañaga: Vivir en profundidad la presencia amorosa y poderosa
del Padre, experimentar su ternura en toda la densidad, vivir abandonado y
lleno de confianza en sus manos... todo eso destierra inexorablemente y
para siempre los miedos y temores del corazón. Y en su lugar sobreviene la
Paz.
--La gente se queja diciendo "rezan y no cambian"...
--Padre Larrañaga: Hay que preguntarse que si rezando son así, cómo serían
si no rezaran. La gente hace esfuerzos constantes de paciencia, pero nadie
los percibe. ¡Cuántos logros silenciosos existen sin que nadie los haya
notado! No se puede decir tan alegremente, "rezan y no cambian"...
--Cristo, ¿también revolucionó la oración?
-Padre Larrañaga: Jesús llamó a Dios "Abbá", "querido papá", y dijo "Tú,
cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está
allí a solas, contigo". Y también dijo "adoraréis al Padre no en este
monte, ni en el monte Sinaí, ni en este templo, ni en aquél, sino en
espíritu y verdad´. No cabe mayor revolución.
--¿Qué son los Talleres de Oración y Vida?
--Padre Larrañaga: Son un método de nueva evangelización en el que se
ejercita el trato de amistad con el Señor, se realiza un radical proceso de
purificación y pacificación, y se emprende el camino hacia la
santificación, imitando a Cristo.
--¿Cuáles son las claves para realizar una oración profunda y fructífera?
--Padre Larrañaga: Perseverar en la paciencia, en la fe pura y desnuda.
Permanecer a solas con atención amorosa y sosegada en Dios, en sosiego y
quietud. El resto, lo hará Dios
viernes, 1 de abril de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)