domingo, 21 de agosto de 2011




El Comercio de Lima publicaba el 7 de noviembre del 2010 unos cuentos de Paulo Coelho sobre cómo sentir la presencia de Dios, me encantó el final de uno de ellos. La respuesta que le daba Abu Yazid al Bastrami: “Entonces necesitas ser amado por los demás. ¿Por qué? Porque Dios mira el corazón de todos los hombres. Cuando visite el tuyo, ciertamente verá tu amor por él y se alegrará. Sin embargo, si por casualidad encuentra en el corazón de otras personas tu nombre escrito con cariño, ten por seguro que pondrá mucha más atención en ti.”

Dios nos ama a todos personalmente, pero Dios siente especial cariño cuando nos encuentra en el corazón de los demás. ¡Pensar que Dios se siente feliz conmigo cuando me encuentra en tu propio corazón y que Dios se alegra cuando a ti te encuentra querido y amado en mi corazón!

Me hace ilusión que Dios me ame personalmente, pero me da gusto saber que Dios puede amarme en tu corazón. Más ilusión me hace saber que mi corazón puede ser el lugar y el espacio donde Dios ame a los demás. Por eso es tan importante el amor de los unos para con los otros. Ese amor se convierte en lugar donde Dios nos ama a todos.

Dios ama con especial cariño a tu esposa cuando la encuentra amada y querida en tu corazón de esposo, y ama a tu esposo cuando lo encuentra amado con ternura en tu corazón de esposa. Así los dos fusionados en un mismo amor humano y divino. ¿Será por eso que el matrimonio ha sido siempre en la historia de la revelación uno de los lugares preferidos de Dios para expresar su amor a los hombres?
Dios os ama en el corazón de los hijos y ama a los hijos en el corazón de los padres. Ama al sacerdote en el corazón de los fieles y a los fieles en el corazón del sacerdote. Toda una sinfonía de amor.


P.CLEMENTE SOBRADO

domingo, 14 de agosto de 2011

MUJER CANANEA




Era mujer, extranjera,
y madre sufriente
viendo cómo estaba lo que más quería,
la hija nacida de sus entrañas.

El evangelista nos narra,
sin eufemismos ni edulcorantes,
su encuentro contigo
cuando saliste de las fronteras patrias.

Su lectura siempre me intriga y sorprende,
y me deja con la sensación de no entender nada.
Mas no quiero que me lo expliquen,
ni que me lo maticen,
ni que me lo contextualicen
poniéndote aureola de luces, Señor.
La escena perdería su encanto,
y no rompería nuestros esquemas
respecto a lo divino y a lo humano,

Así, tal como nos la han transmitido,
suena a escándalo,
pero quizá sólo así sea manantial de gracia
y un gran regalo.

Porque, ¿qué es, sino gracia,
lo que esa madre cananea
nos enseña con su actitud y fe?
¿Qué es, sino gracia,
ver cómo podemos influirte?
¿Qué es, sino gracia,
descubrir la fuerza de nuestra oración?
¿Qué es, sino gracia
constatar cómo tú cambias
ante nuestra testaruda insistencia?
¿Qué es, sino gracia,
percibir que nunca están las puertas
de tu corazón cerradas?
¿Qué es, sino gracia,
terminar siendo tratados como hijos
aunque seamos extranjeros?
¿Qué es, sino gracia,
Saber que hasta los “perrillos”
tienen alimento y derecho en casa?

¡Que no me cambien ni expliquen este evangelio!
Quiero sentir el escándalo
de tu propio proceso divino y humano.


Florentino Ulibarri