sábado, 19 de febrero de 2011

LA VERDAD HABLA INTERIORMENTE SIN ESTRÉPITO

Discípulo:
1. Habla, Señor porque tu servidor te escucha (1Sam 3,10)
Yo soy tu servidor
dame inteligencia para que conozca tu enseñanza (Sal 119,125).
Dispón mi corazón a las palabras de tus labios
tu voz fluya y rocíe (Dt 32,2).
Dijeron antiguamente los hijos de Israel a Moisés:
Háblanos tú a nosotros y oiremos;
no nos hable el Señor, no sea que muramos (Ex 20,19).
Así no, Señor, así no ruego
sino más bien suplico humilde, ansiosamente
como el profeta Samuel: Habla, Señor
porque tu servidor te escucha.
No me hable Moisés o alguno de los profetas,
sino más bien háblame Tú, Señor Dios,
Inspirador e Iluminador de todos los profetas,
porque Tú solo, sin ellos me pueden enseñar
ellos, sin Ti, para nada aprovechan.

2.Pueden hacer ruidos de palabras pero no dan espíritu.
Hablan correctamente
pero si Tú callas, no encienden el corazón.
Dicen las letras
pero Tú otorgas el sentido.
Predican misterios
pero Tú haces comprender su significado.
Dan a conocer mandamientos
pero Tú ayudas a cumplirlos.
Muestran el camino
pero Tú das fuerza para seguirlo.
Ellos actúan sólo por fuera
pero Tú instruyes e iluminas el corazón.
Ellos riegan la superficie
pero Tú regalas la fecundidad.
Ellos levantan la voz
pero Tú concedes entender a quien escucha.

3.Por lo tanto , que no hable Moisés, sino Tú
señor Dios mío , Eterna Verdad,
no sea que muera y quede sin fruto
si solamente se me advierte por fuera sin encenderme interiormente.
No se me vaya a juzgar por las palabras oídas y no cumplidas,
comprendidas pero no amadas, creídas pero no respetadas.
Háblame, pues, Señor, porque soy tu servidor (1Sam 3,10)
Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6,68).


Tomás Hermerken de Kempis, Imitación de Cristo

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