Es el primer mandamiento de Dios, “aprende a ser bueno y feliz”. Tal vez es el único mandamiento de Dios. Y si me tuviera que quedar con una única palabra del Evangelio, dejando todas las demás, me quedaría con esta: BIENAVENTURADOS. Con esta palabra inauguró y en esta palabra resumió Jesús, todo su mensaje. Un día, le ardía dentro la llama de los profetas, de todos los profetas y decidido, subió al monte, como Moisés en otro tiempo, pero no cargado con dos pesadas losas de piedra para grabar allí diez mandamientos, sino cargado con el aire del Espíritu, empujado por el aire alegre y transformador del Espíritu y proclamó a los cuatro vientos ocho alegres edictos: “dichosos, dichosas vosotras”.
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