lunes, 7 de noviembre de 2011

DESPIÉRTANOS, SEÑOR

                                       Despierta, Señor, nuestros corazones
que se han dormido en cosas triviales
y ya no tienen fuerza para amar con pasión.
Despierta, Señor, nuestra sed de ti,
porque bebemos aguas de sabor amargo
que no sacian nuestros anhelos diarios.
Despierta, Señor, nuestro anhelo de verte,
pues tantas preocupaciones nos rinden
y preferimos descansar a estar vigilantes.
Despierta, Señor, nuestra fe dormida,
para que dejemos de tener pesadillas
y podamos vivir todos los días como fiesta.
Despierta, Señor, nuestro espíritu,
porque hay caminos que sólo se hacen
con los ojos abiertos para reconocerte.
Despierta, Señor, tu fuego vivo.
Acrisólanos por fuera y por dentro
y enséñanos a vivir despiertos.
Florentino Ulibarri

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