martes, 6 de julio de 2010
SI ALGUNO ME AMA ...
SI ALGUNO ME AMA... guardará mi palabra y mi padre le amará y vendremos a él y en él haremos morada. (Jn 14,23)
Son estas palabras de Jesús, una invitación a la interioridad, una invitación a entrar dentro de la casa.
El hombre es una casa, pero es una casa que no está deshabitada, es una casa que está habitada.
Los cristianos confesamos esto muchas veces, cuando llega la hora de la comunión, confesamos diciendo que somos casa y le decimos a Dios que no somos dignos de que entre en nuestra casa.
Ten en cuenta esto, tú eres una casa, pero una casa que está habitada, una casa que está llena de vida, una casa que está inundada de una presencia. No se sabe porqué y el caso es que cuando una casa está deshabitada es una casa que... pronto se deteriora, pronto se derrumba.
Está bien en advertir que somos una casa y una casa habitada.
El silencio es para entrar dentro de esta casa, el silencio es para tomar conciencia de esta casa, uno puede estar eternamente asomado a la ventana sin enterarse de lo que hay en la casa, uno puede estar eternamente en el exterior sin darse cuenta de que en su corazón, en las capas más profundas de su ser existe una vida y existe una presencia.
Una de las primeras revelaciones del silencio, es el advertir que uno no está sólo, es el darse cuenta de que está lleno de otro, es el darse cuenta de que en nosotros existe otro, de que en nosotros está Él, de que en nosotros está Dios, en definitiva.
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