lunes, 5 de julio de 2010

24 HORAS EN LA VIDA DEL CARMELO DESCALZO


El prior del Carmen, Francisco Víctor López, describe cómo es cada jornada en el convento gaditano, que transcurre entre la labor cotidiana de una parroquia con la propia de una comunidad de religiosos.



El prior de la orden, Francisco Víctor López, explica cómo es la actividad dentro y fuera de la comunidad. A lo largo del día comparten los cinco religiosos que conforman la casa de Cádiz tres actos de oración en una capilla situada en la segunda planta del convento. Meditación y laudes a las siete de la mañana, la hora intermedia a las dos y cuarto de la tarde y las vísperas y completas a las ocho.


Antiguamente, estas convocatorias siempre se hacían mediante avisos de campana en el interior del convento. Hoy en día, los relojes han reducido el uso de la campana, pero el prior comenta que se sigue utilizando "algunas veces, principalmente al mediodía y para las reuniones de comunidad que son especiales".


Además, también se reúnen en los momentos del almuerzo y de la cena y en los posteriores minutos de recreo -como los denomina Francisco Víctor López- "para leer el periódico, escuchar noticias o comentar algunas cosas". Esto se hace en un salón comunitario que hay en la casa, en la primera planta, donde también se ve la televisión. "Informativos y deportes gustan más que películas y series, que no solemos ver ninguna", comenta Francisco Víctor López.


El desayuno sí se hace manera informal en la cocina del convento en el momento en que cada uno pueda. "No es obligación de hacerlo todos juntos", explica el prior.


El resto del día, cada uno atiende las obligaciones que le son encomendadas y entre las que también se encuentran el cuidado y la atención de aquellos frailes que estén mayores o con problemas de salud. "Hay que cuidar los tres campos: las necesidades de la feligresía, la casa que es muy grande y requiere atención y dedicación, y los hermanos que por edad y condiciones necesitan de la presencia de unos y otros".


Por la mañana, estas dedicaciones abarcan desde finalizada la misa de nueve de la mañana (en la capilla de Porta Coeli) hasta las diez y cuarto de la tarde, cuando se reúnen de nuevo en la capilla para el rezo de la hora intermedia y el posterior almuerzo y recreo. Y por la tarde, la atención parroquial abarca desde las cuatro y media hasta las siete, cuando comienzan los cultos previos a la eucaristía diaria. "Y la jornada se cierra con un canto a la Virgen, la cena y el recreo", que dice Francisco Víctor que no se alarga mucho porque los carmelitas "solemos acostarnos temprano porque también nos levantamos tempranos. Ni somos rondadores ni buenos rondadores", comenta irónicamente.

La vida de un carmelita se basa en la actividad pastoral normal de cualquier sacerdote y en la comunitaria propia de la orden. Y, precisamente, esa convivencia es un pilar para los carmelitas. Lo cual no quiere decir que sea fácil. "El hermano siempre es una gracia. Pero al tener caracteres distintos uno tiene que sufrir, y en ciertos casos tiene que pasarlas canutas", confiesa el prior, que añade que los religiosos están mentalizados en la convivencia desde que toman los hábitos. "Nos dicen "qué pides hermano"; y contestamos "la misericordia de Dios, la pobreza de la orden y la compañía de los hermanos".


Esto último es importantísimo, porque en el servicio de la convivencia es donde está el gran trabajo de fraile. Como ocurre en el matrimonio, creo yo".


"El Carmelo ofrece siempre, las 24 horas del día, para ser y pertenecer al Señor sin límites", concluye el prior. Y así transcurre cada día en el Carmen.Ver más


PABLO-MANUEL DURIO

Diario de Cádiz


En la foto fray Francisco Víctor (Fray Paco)

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