domingo, 17 de enero de 2010

EL BUEN VINO


¿Qué puedo yo llevar al Señor?
Como los servidores de Caná, sólo agua, nada más que agua.  Sin embargo, Él quiere toda y precisamente aquélla.
Y cuado las seis tinajas de piedra de mi humanidad sean ofrecidas a Él llenas de pobreza, colmadas de mi humanidad, de la que bien poco tengo que gloriarme, será Él quien convierta esta simple agua en el mejor de los vinos.
Él, el maestro experto en banquetes, que alegra a los pobres.
Un Dios que está de parte del vino, de la fiesta, un Dios feliz que da el placer de existir y de creer.
Yo creo en Dios porque es el Dios de Caná.
Dios feliz que desea la felicidad de sus hijos.

Ermes Ronchi

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