jueves, 7 de marzo de 2013

Dame de Beber

Yo también, infeliz Samaritana,
le hallé en el pozo de Jacob un día,
y el agua que con ansias me pedía
muerto de sed, se la negué inhumana.

Aún fue mas ruin mi proceder liviano,
pues yo sin saber lo que me hacía,
rechacé la que Él mismo me ofrecía,
en el hueco amoroso de su mano.

Ni una gota te di, ni yo tampoco
calmar pude, oh Jesús, mi sed interna.


Ah, dame de beber que he sido un loco,
y aunque es mi corazón seca cisterna,
mana el Tuyo un raudal que poco a poco
me da por cinco fuentes vida eterna.

Padre Abraham Gil, S.J.



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