martes, 22 de marzo de 2011

EL DON DE LA VISTA


Para la mayoría el Señor concede el don de la vista, pero no todos lo vemos todo por igual. Hay quien ve todo muy claro, diáfano, sin sombras, con los colores brillantes y bien definidos que llenan de hermosura todo cuanto hay alrededor. Otros carecen de la misma perfección y en su visión hay una mezcla de formas y colores y las sombras cobran un poder que lo limita todo.
En nuestras expresiones coloquiales, lejos del lenguaje científico podemos dividir las personas en dos grandes grupos: unos lo ven todo claro, y en esta percepción imponen a veces sin darse cuenta sus puntos de vista, pero gozan en la contemplación del mundo creado.
Otros ven las cosas poco definidas y han de esforzarse para poder expresar de forma comprensible aquello que perciben, para lograr que los demás compartan sus puntos de vista, y les ayuden a clarificar su pobre visión, y vean renacer la luz del sol.
En ocasiones utilizamos estas mismas expresiones para explicar cuanto ocurre en nuestro espíritu. Si por la gracia somos invitados a contemplar la hermosura de la obra de Dios en el mundo y en cada hombre, a veces pecados y actitudes poco rectas pueden anidar en nuestro corazón y enturbiarnos la visión de las cosas de cada día. La vida se nos llena entonces de una tristeza que puede ser inmensa, porque parece que se nos apaga un don de Dios.
Recuperar la visión y el gozo de vivir significa romper con esta situación y requiere valor, energía y ánimo, nos parece morir cuando en realidad pretendemos volver a la vida. Quizás en nuestra alma se ha ocultado por un momento el Sol, pero Dios que no olvida nunca el compadecerse de cada hombre nos ayuda a recomponer la vida, y en medio de las ruinas hará crecer el gozo y la paz.

Texto: Hna. Carmen Solé.
Publicado por Mi Vocación

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