lunes, 10 de enero de 2011

RETORNO A GALILEA

RETORNO A GALILEA – RENOVACIÓN BAUTISMAL


“Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo” (Act 10, 37).


Galilea, la tierra de Jesús, el origen del Evangelio, la referencia fundante del cristianismo. Volver a Galilea es volver a casa. Retorno fascinante.

Volver al olor de la humedad embriagadora del Lago de Genesaret, a la templada y cálida acogida maternal, amable.
Volver a Galilea, tierra nazarena, devuelve al ser la memoria primera, la de llevar en las facciones la semejanza divina, la del Hijo de María, el primero de los hijos de los hombres.
Volver a Galilea es volver a casa, al agua que reengendra y concede filiación divina, relación amiga, compañera, tras la voz del que llama al seguimiento.
Volver a casa es volver a la mesa bien dispuesta, remecida de pan multiplicado, saciedad frente a toda indigencia del que busca pan partido, fuerza de resistencia, donde se descubre que siempre se recibe más de lo que se entrega.
Volver a Galilea es volver a la Iglesia, a la casa madre, al sentido de pertenencia, y recobrar la posibilidad de recorrer el camino compañero, en familia y en fiesta.
Volver a Galilea es volver a la intimidad doméstica, donde se escucha el testamento y se siente de nuevo el amor primero, que hace estallar el corazón al confesarlo, por el recuerdo de las veces que ha sido herido y roto.

La vuelta a Galilea restaura la memoria, y la noche aciaga se convierte, al alba, en cosecha remecida de peces y de brasas que iluminan los ojos, encienden el corazón y mueven a los labios a confesar, sin pudor, el amor del alma.

Tomado de
Blog de Ángel Moreno, de Buena Fueste del Sistal
Publicado en Religión Digital - 10/1/10

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