Si al presente existe algo, siempre tuvo que existir algo. Porque, si en algún tiempo remoto no existió nada, absolutamente nada, no hubiera sido posible que surgiera cosa alguna. La nada, en efecto, nada puede producir.
Ahora bien: ¿Qué es ese "algo" o "Alguien" que siempre existió y que es la explicación primera de todas las cosas existentes?
La respuesta que da el cristianismo y, con él, muchas religiones es esta: un Dios personal y eterno creó el mundo y todo cuanto existe.
Reflexionando llegamos a la constatación de que el mundo es posible y explicable únicamente si existe Dios.
Sólo si un Espíritu inteligente y poderoso puede proyectar y realizar objetivos y sentido.
La creación es el libro abierto que nos habla de su Creador. El hombre es la coronación del universo. Por eso encontramos a Dios de una manera muy especial en nuestro propio interior.
Hay momentos en la vida en que nos sentimos felices, pero... ¿cuánto tiempo duran esos momentos?
Justamente en los momentos "felices" sufrimos por el hecho de que son pasajeros. Así, hasta en las horas de dicha no nos sentimos plenamente contentos. Nuestro corazón quiere amar eternamente, busca felicidad sin gota alguna de amargura.
Más ¡este mundo limitado no puede satisfacer nuestro deseo infinito!, pero el sólo hecho de que tenemos el deseo hacia lo infinito ¿no indica quizás que es posible también su satisfacción plena?
Lo que en todos los aspectos es infinito y perfecto lo llamamos DIOS; por lo tanto a Él lo buscamos en todos nuestros deseos, esperanzas y anhelos.
Aparte de nuestro deseo de amor y felicidad sin límites habita en nosotros también el deseo de ser buenos.
Aún cuando nadie vea el mal que hago, mi conciencia me exhorta, me acusa, me turba, pero sobre todo me anima y empuja a hacer lo bueno y lo recto.
Detrás de la llamada de la conciencia moral está Alguien, que no aprueba pretexto alguno. Entonces, en nuestro anhelo de ser buenos, vislumbramos al Bien infinito y al infinitamente Bueno: a DIOS !
Anawin
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