Queremos presentar a partir de ahora, una figura entrañable del Carmelo Descalzo, una figura silenciosa, casi desconocida, pero que pensamos tiene mucho que aportar, para todos aquellos hombre y mujeres que buscan a Dios en el camino de la contemplación:
Nicolás Herman, nacido en 1614 en Herimenil, Francia, sintió a temprana edad la grandeza de la presencia de Dios. Sin embargo, elegiría el camino de las armas antes de entrar en una orden religiosa, la de los Carmelitas descalzos en París, a la edad de 26 años, convirtiéndose en el Hermano Lorenzo de la Resurrección. Después de 15 años sirviendo como cocinero, una dolorosa enfermedad le relegó a la tarea de hacer sandalias.
A pesar de su humildad, su influencia espiritual entre gentes de toda condición no hizo sino crecer. Su permanente conexión con el Creador no le evitó muchos años de fuertes conflictos internos espirituales que sólo se aliviaron cuando aceptó que esta tormentosa situación, y la sensación de no estar totalmente entregado al Señor, le acompañarían siempre. Entonces su alma experimentó una profunda paz interior.
Los largos años de dolores físicos, producidos por la ciática, culminaron en un sincero deseo de recibir la misericordiosa gracia de reunirse con Dios, el cuál fue concedido en 1691, a la edad de 77 años.
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